Fuente imagen |
Totalmente absorta. Paso la
mano ante su cara, pero mamá mira fijamente a la ventana con ojos serios. Al otro lado, un hombre recoge el saco de
hojas de su jardín. Apenas lo puede
levantar. Lo arrastra un tramo que
parece alargarse demasiado, como si la acera fuera de algún material elástico. Por fin, se agacha, tensa los músculos bajo el
pantalón y se carga el peso a la espalda.
Cuando el vecino suelta el bulto en el contenedor, mamá parece despertar
de golpe. “Ya que papá no llega, hagamos
tortitas” canturrea. Sonríe y se quita la alianza para preparar la masa.
¿Para preparar la masa? Da un poquito de miedo esta mamá.
ResponderEliminarSalud.
Finalmente podrán comer tortitas en paz! Genial Rocío. En esa breve escena se relata toda una historia de vida. Me gustó!
ResponderEliminarSaludos!
Me gustó este micro de tortitas, de ausencias y de olvidos.
ResponderEliminarUn abrazo
Rocío, es un texto muy interesante. Consigues que el cadáver sea un personaje secundario y que el lector se quedé con las tortitas, y la bonita historia entre la madre y la niña. Incluso uno se posiciona a favor de la madre. Y lo hace sin saber nada, pero a mí ya me vale que el marido esté fiambre en una bolsa de basura. Es más, era lo mejor, estoy seguro. Sólo así ellas podrán ser felices. Y eso que no tengo ni idea de lo que pasó, pero no me bajo del burro. Y eso es lo que me subyuga de tu historia. Genial.
ResponderEliminarAbrazos.
JOPLIN, yo lo escribí pensando que daba más miedo el papá... sin embargo, el texto admite ambas lecturas. Interesante, no lo había visto. Un abrazo,
ResponderEliminarCLAUDIA, sí, de eso se trataba aunque veo que hay más interpretaciones y ninguna desentona. Besos,
ÁNGELES, como decía arriba todas las interpretaciones cuadran, me encanta ver lo que yo no vi y darme cuenta de que tiene sentido. Lo escribí pensando no en la ausencia sino en la muerte preparada del padre (que se lo carga, vaya :-). Gracias y abrazos,
AGUS, sí, mil gracias, esa era la idea. Yo tampoco sé qué les pasó pero según la protagonista era la única salida ;-).
Un abrazo grande y gracias a todos otra vez
Hola Ro, yo como Agus me pasmo porque consigues que el lector centre su atención en la madre y el niño narrador que la observa y trasnmite como una especie de objetividad curiosa. Yo he podido hacer hasta tres lecturas. Pero primero te digo que está narrado con ese mimo que pones en detalles que son reveladores, que arman el micro en una segunda lectura.
ResponderEliminarSolo tropiezo un poco si la lectura es que se ha cargado al marido y está en el saco de hojas que lleva el vecino. Porque aunque ya dejas caer que pesa más de lo normal, un cuerpo de hombre muerto cantaría por el peso y por la forma metido en un saco, y más si hay que tirarlo al contenedor. Quiero decir el vecino se daría cuenta y ella(por cierto has reflejado muy bien esa tensión inicial de la mamá hasta que tiran el saco) no podría ponerse tan alegre a hacer el pastel porque tendría serios problemas. Ya ves es una cosa más de verosimilitud que no tiene nada que ver con lo bien escrito que está y la escena tan lograda.
Ahora bien las otras dos lecturas que he hecho son:
El vecino está en el ajo, entonces me callo y hago mutis.
Todo son fantasías de ella, sueños, deseos inconfesos, y que aprovechando que el padre se retrasa y ha visto al vecino tirar las hojas, se está plantenado cargárselo en un futuro y por eso se siente contenta y en cierta forma aliviada. El saco de hojas actuaría com símbolo de un posible futuro.
En cualquier caso, siempre admiro tu capacidad de colocar detallitos aquí y allá que construyen el micro, que son importantes y hacen que el texto se fije en la mente del lector(jeje eso me lo explicaste tú misma ;))
Un abracico Ro
Rosanilla guapa, mil gracias.
ResponderEliminarEres un sol comentando porque además de decir dónde está el fallo -que lo es, porque sí, se lo había cargado ya, al menos por lo que yo entendí al escribir ;-)- decía que además de eso, lo salvas. Qué rica, dándole opciones para que no tenga un fallo de verosimilitud del tamaño de un papá fiambre, nada menos. Jejee.
Me gustan mucho las otras dos lecturas, a lo mejor lo adapto y le doy ocasión de marcharse de sus vidas haciendo ver que en realidad el saco, como tú dices, es sólo un símbolo de futuro. Pero de momento eso es hacer trampa, porque no era el caso ;-)
Muchos besos y gracias otra vez, reina.
Me ha gustado mucho, como es habitual. Después de lo que te han dicho queda poco que añadir. Bueno sí: me ha encantado el detalles de la acera elástica, describe muy bien la imagen de esfuerzo de arrastrar algo. Y lo mejor del relato es el despertar de la madre, que me ha recordado a la reacción que tenemos cuando salimos de un entierro («hala, ya está, a otra cosa»). Por darte alguna colleja, yo quitaría el detalle de la alianza porque creo que sin él se entiende el texto igual y quizá carga las tintas (es una opinión).
ResponderEliminarAh! Otra cosa: te odio.
Gracias Fer, jo, tienes razón. Me alucina esto de los comentarios, de todos aprendo algo. Sí, la alianza es explicativa y efectivamente me pareció que quizá no se iba a entender... me has cazado ;-)
ResponderEliminarYo te odio más, corazón :-)
Cómo pesan esas hojas! Nada, a sonreír, con o sin alianza, que el micro es buenísimo.
ResponderEliminarAbrazos.
Para mí, lo mejor es esa cotidianidad de las tortitas, ese contraste entre lo tenebroso y la inocencia. Y a mí me gusta el detalle de la alianza para preparar la masa.
ResponderEliminarBesos múltiples.
David, gracias... sí que pesaban, pero para algo están los vecinos cachas (jejje). Abrazos
ResponderEliminarLola, la verdad es que las tortitas quitan drama que ya bastante tenemos (y encima lo inventamos). Muchos besos
Buen reciclaje, sí señor. Inquietante cuanto menos, aunque para hacer tortitas no hace falta amasar :P
ResponderEliminarMmmmmmmmmmmmmmmmmmmm, tortitas...
;-) mmmm, sí.
ResponderEliminar