Imagen de Norberto Puzzolo |
Descuido
tus dedos un instante y ya corren libres por mi muslo. Te dirijo una mirada de advertencia y
carraspeo incómoda cuando la señora Barks me observa fijamente.
Me
vas a hacer perder el empleo. Me
estremezco al notar tu aliento en mi nuca mientras busco el libro que me acaban
de pedir, uno de esos que te enseñan a decir no. Dudo que a la buena
mujer le haga falta. Yo necesitaría dos,
no debí permitir que aparecieras por aquí.
No
puedo ocultar la piel de gallina, pero se lo tiendo con educación.
―Tienes
mala cara, querida. Parece que no
duermes lo suficiente… o quizá hayas
cogido frío, las jóvenes de hoy os paseáis casi en cueros.
Dirige
la vista a la minifalda de gasa negra y vaporosa que estreno para tu facilidad
y nuestro deleite. Mientras se lo envuelvo,
sonrío a medias, pensando en el momento en que descubras que olvidé la ropa
interior.
Doy
un respingo y jadeo una excusa. Tus
manos, como siempre, están heladas.
De este me acuerdo, Rocío, pero no sé si ha tenido algún cambio por el camino. Apostaría que sí.
ResponderEliminarMe gustó entonces y me sigue pareciendo muy sugerente...
Sugerente, cargado de imágenes y sensaciones, Rocío. Me gusta mucho...
ResponderEliminarUn abrazo
Me gusta lo de "Dudo que a la buena mujer le haga falta. Yo necesitaría dos"
Los tiempos narrativos son impecables. El roce aquí, para, voy a por el libro, el aliento, tome el libro... Admiro, te lo he dicho más veces, la construcción artesanal que sostiene tus micros, el andamiaje. Espléndido, Rocío. Me encanta como mimas el lenguaje y logras hacer tangible la emoción.
ResponderEliminarDepropio: creo que no ha tenido cambios, Fer, es uno de esos textos a los que le coges cierto cariño tonto, pero sabes que no se puede esperar gran cosa de ellos. No estoy segura, pero me parece que está prácticamente igual, según nació. Lo dejo aquí para que el pobre crea que le he prestado alguna atención ;-) Gracias y besos,
ResponderEliminarGracias Anita, la clienta era una bruja y la prota era incapaz de huir de las tentaciones. Besos,
Jo, gracias Agus, me animan un montón tus comentarios. Aunque éste, como le decía a Fer, es uno de esos textos con los que no sabía muy bien qué hacer, nada más. Eres un sol. Abrazos,
Rocío, hace tiempo que un texto no me llenaba de tantas sensaciones. Es bueno, muy bueno, perfectamente podría tratarse de un extracto de una novela, y de la que sin duda me quedo con ganas de más. Sugerente pero delicado, pasional pero con gusto. Excelente.
ResponderEliminarPero Rocío!!!!
ResponderEliminarDe cabeza al blog de Parafilias!!!!
Que no importa que lo hayas publicado.
Besicos
Maite, cómo me alegro de que te haya gustado. Ya comenté por ahí que mi extensión límite no pasa del relato (como mucho ;-) pero me halaga mucho que te apetezca una historia más larga.
ResponderEliminarRosana, guapa, justo cuando había pensado enviarlo a los de Parafilias (como me sugeriste, corazón), decidí que iba a abrir el blog y ya no supe qué hacer. Si no importa que esté publicado se lo enviaré, a ver qué dicen. Gracias reina.
Besos a las dos
Por aquí ando, paseando de nuevo entre tus cosas. Encantado como siempre con las cosas que compartes con nosotros.
ResponderEliminarUn saludo.
Y yo igual, Rocío, encantadísima de leer tus pequeñas maravillas.
ResponderEliminarun abrazo
Gracias Antonio.
ResponderEliminarInesita guapa, gracias... tú ya lo conocías ;-)
Besos
Buenísimo, Rocío. Sólo una cosa le digo a la protagonista, que se ponga bragas. No ve que los fantasmas atraviesan todo.
ResponderEliminarBesos.
Jeje, tienes razón ;-)
ResponderEliminarUn excitante olvido. Muy apropiado para la hora de dormir.
ResponderEliminarBesos.
Sí CIU, jeje aunque me decían por ahí arriba que a los fantasmas eso les da igual. Es un detallito que se me pasó por alto y tendré que tenerlo en cuenta si alguna vez conozco a alguno ;-). Un abrazo
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