lunes, 26 de diciembre de 2011

MICRONOVELA - CIENMANOS

Tenía que escribir el Capítulo 13, a pesar del número creo que tuve una suerte especial: se publicaba el día de Navidad y en el sorteo me tocó la ilustradora infantil Alejandra Fernández.  
Además, como le he dicho a ella, es la primera vez que uno de mis textos tiene su propia ilustración y no me canso de mirarla. ¿No es preciosa? 

http://microcienmanos.blogspot.com/2011/12/capitulo-13-flecos-en-el-tiempo.html

martes, 13 de diciembre de 2011

VOLUNTAD PROPIA (Para ReC iclar)


VOLUNTAD PROPIA
El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso.  Tiro del hilo con firmeza y trato de que ejecute la reverencia de cierre.  Por fin, Marta se deja hacer y pone sus articulaciones a mi disposición.  La cabeza se inclina con gracia y el cabello se derrama sobre su hombro de madera.  La interpretación de hoy no ha sido impecable, pero cada pirueta mostraba un vigor cálido, una intención femenina que emociona al público.
El escenario se llena de claveles.  Sé que ha estado fantástica pero sigo preocupado.  La puntera de su zapato sigue golpeteando rítmicamente contra la tarima y mi muñeca, bajo los hilos, me mira fijamente.

Hoy os traigo un micro para el que necesito ayuda, parece que no se entiende del todo.  Algunos amigos ya me han dado un par de pistas, pero os lo voy a dejar tal cual a ver qué opináis. 
Si tiene arreglo le daré una vuelta, y si no al cajón del olvido :-)

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Por su culpa

Imagen tomada de internet

Claro que no era perfecta, pero sí tan hermosa que las monjas contenían la respiración al pasar a su lado.  “Parece un ángel” y nos miraban al resto con cierto escrúpulo al ordenar la fila.

Llevaba los rizos de un amarillo inmóvil, perfecto, y zapatitos de lazo como recién pulidos.  Si nos colocábamos muy cerca podíamos ver el reflejo deforme de nuestras caras en el charol, nuestro rostro más negro.  Daba miedo, la verdad.

Aquellas uñas rosadas, increíbles, se nos clavaban en el antebrazo cuando nadie miraba.  La niña ángel sonreía serena desde el otro extremo del aula, fingiendo escribir.  Siempre ella.  Todas intuíamos que era culpa suya si se caía un tintero y castigaban a alguna sin comer.  También la mirábamos de reojo si llovía o el papá de Fulanita caía enfermo.  Por eso, por su culpa, todas la odiamos tan fuerte y tan claro que ninguna fingió apenarse cuando murió.  Y además, no era un ángel, nos decíamos.  Tendría que haber volado cuando la dejamos descalza y sola en el alféizar para probar.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Condiciones


Ahora que todo ha pasado, le asalta la duda de siempre. 

―Pero, ¿de verdad me quieres, papá?

―Claro, eres mi tesoro…

La niña se limpia las lágrimas con la manga y comienza a peinarse torpemente.  Él la ayuda con los lazos y busca su mirada en el espejo.  Sonríe; le acerca la boca al oído.

―Siempre que no se lo cuentes a nadie, ya lo sabes susurra.

Ella suspira y se echa agua fría en los ojos.  Para cuando mamá llegue ni se notará que ha llorado.

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Este micro lo envié al concurso del blog: No me vengas con historias, cuyo tema eran las mentiras... aunque se perdió "en la nube" y no llegó a participar. 

viernes, 18 de noviembre de 2011

Verdad o consecuencia (ReC)

"Muerto, pero mío."  Susurra con dulzura y me sobresalto como si hubiera gritado. Ella sonríe, me acerca dos dedos a la cara y traza un sendero desde la frente hasta los labios.  Me besa, aprieta un poco más el pañuelo alrededor del cuello y trago saliva. 
 
Por fin, se saca la camiseta con agilidad de contorsionista y vuelvo a tener un atisbo de reconocimiento.  Yo he tocado esa piel antes, pero no recuerdo quién es; ni por mi vida. Al reajustar las correas de mis muñecas me acerca los pechos desnudos al rostro, pero yo ya no estoy para juegos.


jueves, 10 de noviembre de 2011

Maquetas (ReC)


Maquetas
Y nada más existió hasta el próximo tren.  El reloj se detuvo a las seis y trece, el niño que saltaba desde el banco quedó suspendido a un palmo escaso del suelo y su madre, enfadada, mantuvo esa mueca de muñequita linda. 

Me gustaba verlos así, impotentes durante un rato.  Su piel seguía cálida y yo pasaba el dedo por sus rostros para notar aquella vida inmóvil.  Cuando pulsaba de nuevo el botón y mi locomotora asomaba por el túnel circular, el mozo de estación refunfuñaba al retirar del arcén los restos pegajosos de mi merienda.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Más ReC


La señal
No pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento.  En una esquina había una marca rosada en forma de cometa, de diseño idéntico al tatuado en el rostro de las víctimas.
El comandante no le permitía vigilar a su vecina en horas de servicio, pero apenas dejó de pensar en todas ellas, tan apacibles, tan similares.  Las habían encontrado en sus camas, deslumbrantes, con el cabello colocado como una estela astral sobre la almohada y las cabezas separadas de los cuerpos desnudos.
Cuando acabó su turno subió la escalera a saltos, temblando. “¡Eva!” llamó. La empuñadura del cuchillo le parecía más fría esa noche.




Premeditación
No pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento mientras se quitaba la camisa blanca y el sujetador frente a la casa de Don Alfredo.  Se colocaba el top plateado sin prisa, disfrutando del tejido.  Los pezones se apreciaban como si fuera desnuda, así que ella subía los brazos y se arreglaba la coleta durante dos largos minutos.   Si tenía suerte, puede que él le fuera con el cuento a mamá.  Y ella, quién sabe, quizá la mirara dos veces por haber escandalizado al bueno del párroco.
Al otro lado de la mirilla Don Alfredo dejaba caer el pantalón hasta los tobillos.

viernes, 21 de octubre de 2011

Rutinas nocturnas (Para Rosana Alonso)


Rutinas nocturnas

Me asomo al dormitorio para ver si se han acostado ya.  Las oigo hablar y me quedo un poquito así, mirándolas.  La pequeña aún está sentada sobre la cama sin deshacer y parlotea gesticulando como loca.  Su hermana la escucha sin decir nada.  Bosteza, parece aburrida.

Siento un picor en la mitad del pecho al pensar que están creciendo muy deprisa y que siguen siendo tan bonitas como el primer día.  De pronto, se echan a reír sin motivo y miro el reloj.

―Quiero que apaguéis la luz ahora mismo.

Las dos se sobresaltan y miran en mi dirección con la cara muy pálida y sus ojitos de cristal azul de par en par.  Desenchufo la casita y quedan a oscuras.  Las oigo susurrar un poco más.  Me dan un poco de pena, pero saben que deben estar dormidas sin falta antes de que mamá venga a apagarme la luz a mí.

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Para mi querida Rose (Rosana Alonso) que ofrendaría su reino por explorar otros mundos diminutos, y que siempre lo consigue, así sin más.  Feliz cumpleaños :-)

miércoles, 19 de octubre de 2011

Las otras vidas



Solíamos regalarnos niños muertos para medir nuestra buena suerte. A nosotros no iba a ocurrirnos.  Lucía buscaba noticias en periódicos olvidados y me escondía los recortes entre las sábanas para que los encontrara al despertar. 

Yo fotografiaba lápidas que mostraban algún ángel minúsculo en la cabecera.  Ponía especial cuidado en enfocar las fechas que indicaban la edad del pequeño y dejaba que el resto quedara envuelto en un fundido suave. 

A veces, no muchas, coincidíamos al elegir.  Nos deteníamos a la vez en la misma historia y, fruto de la casualidad, como tantas parejas, nos convertíamos en padres, por fin.  Dedicábamos un tiempo a recrearnos en la que hubiera sido su vida.  Comprábamos biberones, sacábamos la cuna antigua del desván, nos sobresaltábamos con los lloros nocturnos.  Celebrábamos, como todos, la primera sonrisa o el primer diente.  Y en esos momentos extraños de lucidez fingíamos que nuestro pequeño dormía la siesta, para no acercarnos a comprobar si respiraba.

La noticia llegó una tarde, mientras preparaba la merienda de Rubén, uno de los que aún no había cumplido en nuestra casa lo que le quedaba de vida.  Lucía llegó muy seria con un bastoncito de plástico en la mano.  Me mostró las dos líneas del positivo mientras vaciaba el tarro de frutas en la fregadera.  La miré a los ojos.

―Tú lo quieres tener―. La acusé, sobrecogido.

Yo no pensaba arriesgarme a necesitar inventarle una vida después de perderlo.


(Para Fernando Vicente -otra vez- que me regaló el principio)

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Empapados (ReC)


Imagen tomada de Flickr

Empapados
Tú y yo podremos pasear juntos bajo ese cielo estrellado.  Podremos, por ejemplo, llegar de nuevo hasta el pozo, asomarnos al fondo y gritar sin sonido.
El río se llenará de niños, como siempre, y creo que nos sentaremos en la orilla a contemplar las ondas cuando se marchen.  Pero no, amor, ellos no podrán vernos más y mi ropa seguirá empapada, como tu pelo.

Otra de fantasmas para Relatos en Cadena, sin éxito, claro :-)