Imagen tomada de internet |
Claro que no era perfecta, pero sí tan hermosa que las monjas contenían la respiración al pasar a su lado. “Parece un ángel” y nos miraban al resto con cierto escrúpulo al ordenar la fila.
Llevaba los rizos de un amarillo inmóvil, perfecto, y zapatitos de lazo como recién pulidos. Si nos colocábamos muy cerca podíamos ver el reflejo deforme de nuestras caras en el charol, nuestro rostro más negro. Daba miedo, la verdad.
Aquellas uñas rosadas, increíbles, se nos clavaban en el antebrazo cuando nadie miraba. La niña ángel sonreía serena desde el otro extremo del aula, fingiendo escribir. Siempre ella. Todas intuíamos que era culpa suya si se caía un tintero y castigaban a alguna sin comer. También la mirábamos de reojo si llovía o el papá de Fulanita caía enfermo. Por eso, por su culpa, todas la odiamos tan fuerte y tan claro que ninguna fingió apenarse cuando murió. Y además, no era un ángel, nos decíamos. Tendría que haber volado cuando la dejamos descalza y sola en el alféizar para probar.
Micro con extraordinaria mezcla de maldad e inocencia. La mirada infantil oculta el terrible transfondo y termina arrancándonos una sonrisa. Un beso. MAR HORNO.
ResponderEliminarUnos angelitos todos. Encantadores, añadiría.
ResponderEliminarY un beso un poquillo acongojado.
Magníficas las descripciones, Rocío, lenguaje cuidado y muy sutil, que nos lleva, sin esperarlo, al fatal desenlace. Me ha encantado.
ResponderEliminarY se quedaron los zapatos para no olvidar el reflejo negro que les devolvía....
ResponderEliminarRocío, hija, yo no sé cómo lo haces pero siempre paseo por la ternura de tus micros con el corazón encogido, segura de que de un momento a otro viene el zarpazo... y siempre me pilla de lleno. Uf.
ResponderEliminarAbrazos choqueaos.
Este relato ha empezado sutil y delicado, hasta el final sorprendente.
ResponderEliminarLa cierta crueldad de los niños puesta en evidencia.
Me ha gustado.
Recibe un abrazo.
Qué macabras estas niñas... a este ritmo a saber dónde llegarán de mayores.
ResponderEliminarUn saludo indio
Ya me estoy acostumbrando, es una forma de hablar, a que tus niños me lleven placidamente de la mano para al final darme el puñetazo. Me dejas pistas las suficiente para saber que algo ocurrirá pero no las bastantes para prepararme. Sí y los niños también practican la crueldad.
ResponderEliminarUna maravilla, Rocío.
Besitos
Bien hecho Rocío. A veces la maldad, la envidia y los malos entendidos nos llevan a castigar a los inocentes y no es extraño que eso comience en la niñez.
ResponderEliminarMar: jo, yo con el final me río pero no me río no te creas. Algunos comportamientos de escolares no siempre son inocentes, uff. Besos y muchas gracias
ResponderEliminarLuisa, sí, eso es, angelitos ;-) Muchos besos
Maite, muchas gracias, sobre todo porque algunas de las descripciones estuve a punto de cargármelas en la corrección :-), un respiro para ellas. Besos muchos
Montse, jeje, habría sido un buen castigo, el recuerdo eterno de sus rostros negros ;-) Un beso, guapa
Susana, ay hija, como se nos nota a las mamis ¿eh? ;-) besos
ResponderEliminarGracias Anna, sí que son crueles... aunque no todos y lo digo de corazón, a pesar de mis micros ;-) Un beso
Indio, es verdad, empiezan como pequeños monstruitos y acaban protagonizando algún titular de sucesos. :-( Gracias y un beso
Elysa, gracias guapa, me alegro un montón de poder sorprenderte :-D
CIU, ¡qué alegría! ;-) sí, todos esos sentimientos que citas, sobre todo la envidia, es fácil que empiecen en la niñez, lo ideal es enseñarles a canalizarlos, pero... Un beso trasatlántico (y grande)
Es cruel, es cierto, pero no menos cruel que el ángel era mucho más.
ResponderEliminarEs un buen relato, Rosa, manifestando el sentir de la infancia.
un beso
Gracias Elena ;-). La crueldad infantil es todo un clásico, sí... Besos de puente
ResponderEliminarSiempre te lo digo, pero reflejas muy bien las luces y sombras(como en este caso) del mundo infantil. Que todo ocurra en un aula antigua, no hace sino aumentar el toque siniestro, gótico diría yo. Yo he visto la escena en blanco y negro(como la película Rebeca o Luz de Gas), qué curioso, a pesar de que nos muestras el color de esos rizos perfectos.
ResponderEliminarBesico
Rocío, me encanta como en este micro desvías la atención de la culpa, la niña ángel que clava las uñas tiene que ser mala por fuerza, porque es tan bella... casi mejor así, creo que hubiera sido infeliz toda su vida, con muchos traumas. Y además si cayó en tu relato fue porque le había llegado el momento ;)
ResponderEliminarUn abrazo
Rouse, gracias corazón, la escena la ves en blanco y negro por la distancia con el presente (y espero que no por la imagen que busqué). Aunque yo iba a un cole de monjas que me recuerda bastante y no fue hace tantísimo ;-). Besitos
ResponderEliminarAnita, sí los críos son unos maestros buscando culpables (ellos nunca lo son, claro). Gracias guapa y besos
Terroríficamente encantador. Los niños pueden ser tan crueles como angelicales. Todos lo sabemos, lo aprendimos de niños y luego se nos olvidó. Por eso ahorita nos sorprende.
ResponderEliminarMe ha encantado, Rocío. Lo que cuentas y cómo lo cuentas.
Besos payasos.
Gracias Kum*,
ResponderEliminarpues menos mal que se nos olvida lo crueles que somos de niños... no sé si después podríamos vivir con esa imagen de nuestro yo salvaje ;). Ayy, con lo que me gustan los niños, qué cosas decimos :-)
Últimos besos de 2011 (!!)