Flexiones |
A mi madre le gustan los hombres. Todos. Ella dice que siempre ha sido así y “qué le vamos a hacer”. A mí me quiere más, tanto que ninguno le gusta lo suficiente como para convertirlo en mi padre. Y eso que lo intenta de veras.
Yo me entero por el ruido. Aunque ya le digo yo que a mí me da igual si no tengo el padre más fuerte de la ciudad. Pero ella venga a hacerles pruebas y el cabecero venga a golpear al otro lado de mi pared. A veces, cuando pienso que ya han fallado, les repite el examen en algún otro momento. Para estar segura, creo. A lo mejor le da pena suspenderlos a todos.
Yo me entero por el ruido. Aunque ya le digo yo que a mí me da igual si no tengo el padre más fuerte de la ciudad. Pero ella venga a hacerles pruebas y el cabecero venga a golpear al otro lado de mi pared. A veces, cuando pienso que ya han fallado, les repite el examen en algún otro momento. Para estar segura, creo. A lo mejor le da pena suspenderlos a todos.
[Cambiemos un poco de tono... ;-) ]
Jejejeje, me encanta cuando en un texto se refleja la ingenuidad de los niños, una pena que se pierda tan prontito. Un beso.
ResponderEliminarUn relato de perspectiva, dentro de una situación completamente normal en la sociedad actual. Divertido, para una lectura relajada, en el buen sentido de la palabra. Me gusta ese cambio de tono, Rocio.
ResponderEliminarAbrazos.
Este micro es traicionero. Tras la primera lectura te asoma una sonrisa, pero luego la realidad trágica se impone. Sólo la mirada infantil, el juego que siempre proponen tus historias, salva al lector de la lágrima. Tu prosa, como siempre, impecable.
ResponderEliminarAbrazos.
Múltiples interpretaciones. No sé con cual quedarme...
ResponderEliminarMe gusta. Como siempre, la voz infantil la manejas de maravilla, eso quiere decir que mimas a la niña que llevas dentro. Es tierno el relato, sí. Pero se adivina un mundo adulto un tanto oscuro debajo de esa lectura de niño.
ResponderEliminarBesos admirados.
Pero qué mal pensados sois. A mí no me sorprende tanto que lo ponga a hacer flexiones; incluso si tiene éxito podría montar un gimnasio en el dormitorio y preparar a hombres fuertes para mujeres que sí quieran darles un padre a sus hijos.
ResponderEliminarAy, la realidad, qué esquiva!
Besos
Me gustó mucho, Rocío. Y no me apetece pasar a la segunda lectura triste. Quiero quedarme en la primera, en esa seguridad que el niño tiene de que a él lo quiere más que a ninguno y ese desparpajo de la madre cuando se acepta a sí misma con naturalidad: "qué se le va a hacer". Y a lo mejor es que es verdad, que ninguno pasa el examen, ninguno es lo suficientemente bueno para convertirlo en padre de su hijo.
ResponderEliminarBueno, nunca se sabe si yo podría servir de padre de la criatura. Seguro que más de uno se apuntaría a esas pruebas de selección.
ResponderEliminarSaludos
Sí, sí... mucho más relajado. La situación -que puede no ser tan trágica, pensemos en la madre y en lo mucho que le gusta- tiene toda la naturalidad de la inocencia de los primeros años.
ResponderEliminarEs una anécdota más. Me gustó mucho.
Saludos!
Maite: es verdad, no dura nada, pero cuando aún piensan que el mundo gira sólo a su alrededor son tan ricos... Gracias guapa, un beso
ResponderEliminarDavid: me alegro de que te guste el cambio de tono, sólo llevo un par de meses con el blog y ya me estaba encasquillando ;-) Gracias y besos
Agus: gracias, como siempre certero. Sí, a mí también me parece que aunque aún le resulta simpático, lo que hay detrás se le vendrá encima
Fer: se puede elegir, ya ves que cada uno ha decidido salvar a la mami o no... Gracias guapo
Lola: muchas gracias corazón, siempre me detengo en tus palabras por lo cariñosísimas, ay. Estoy de acuerdo, en lo del lado oscuro...
Jesus: jejejj, un gimnasio... a lo mejor se lo sugiero en una próxima entrega ;-) gracias potxolo
Elisa: oye, que bien mirado... es un sistema de selección como otro cualquiera :-), tengo que pensar en las repercusiones de lo que acabo de decir, pero ya mañana, jejej, ;-) besos
Miguel: juas!, en un privado te mando sus datos y ya nos contarás ;-) un beso
Claudia: gracias, reina, hay para todos. La verdad es que has nombrado las dos claves (naturalidad e inocencia). Yo creo que la naturalidad es importante mientras como madre preserves la inocencia de los peques hasta una edad adecuada...
Lo voy a destripar. Cuando lo escribí, confieso, empezó como un relato. No lo acabé porque no supe cerrarlo y terminó aquí. La idea inicial no era siniestra, pero la niña se planteaba entrar para ver porqué nunca se decidía por uno... Suerte que lo corté antes ;-)
Gracias chicos, hoy me he reído un montón con los comentarios ;-) un beso
Sea en clave de humor con el transfondo que cada uno le queramos poner, sea en clave inquietante escribes como nadie desde la voz infantil. Ingenua y no tan ingenua.
ResponderEliminarBienvenida, se te echaba de menos.
Musu
No te cortes, hay que investigar. Lo bueno de escribir es que se puede reescribir o tirar lo escrito a la papelera. El ejemplo lo tienes en la mamá de la niña, ella no dejaba de intentarlo..;-) Termínalo, a mi me gustaría saber que pasa después. Un abrazo, Saljo.
ResponderEliminarAlgún día, quizá, uno de ellos va a pasar el examen, ¿o a perderlo? Mientras tanto, ojalá que la niña siga convencida de ser una hija de pura madre.
ResponderEliminarRosanilla, mil gracias cariño. Aquí quizá se pasa de ingenua pero seguro que no le dura mucho. A ti también se te echa de menos, pero sé que es por una buena causa, trabaja mucho y ya nos cuentas ;-) Besos
ResponderEliminarSaljo, gracias, creo que no lo voy a acabar porque lo intenté pero es difícil mantener la verosimilitud de esa voz durante mucho tiempo y pase lo que pase... Enhorabuena por tu libro de relatos, Saljo, no te lo había dicho aquí pero es excelente (para quien tenga curiosidad: http://www.saljobellver.com/). Un beso
CIU, jeje, eres único, has hecho un comentario de pura madre en un par de líneas ;-), gracias por pasarte corazón. Besos
Con tanto examen esta niña aprende en casa más que en el cole.
ResponderEliminarSaludos.
Sí Alberto... más sí, no sabemos si mejor. Gracias por la visita y abrazos :-)
ResponderEliminarNo sé si se trata de una historia picarona o del reflejo de una relidad un tanto triste. Qué grande es el género del microrrelato, abierto siempre a tantas interpretaciones...
ResponderEliminarUn beso Rocío :)
"cuando pienso que ya han fallado"
ResponderEliminarEste niño no sabe hablar.
.-)
Ahora en serio, un gran micro, Rocío.
Besos.
Acuática, gracias, yo tampoco lo sé, empezó como lo primero y creo que derivó por sí sola... Gran género y adictivo sí. Un beso
ResponderEliminarTor, gracias guapo, me da que si no sabe ya le queda poco... Abrazos
Me gustó. La madre: interesante, chapada a la antigua, busca un macho alfa, un padrillo, y no un buen proveedor de alimentos.
ResponderEliminarLa niña: Y...diría que es candidata a psicótica.
La conclusión: A las casas ya no las construyen como antes.
Un abrazo.
Los niños son los mejores guionistas, sin duda.
ResponderEliminarJulio, es una visión interesante y distinta :-) Gracias y abrazos
ResponderEliminarAraceli, ya sabes que estoy de acuerdo contigo mil gracias. Por cierto llegué tarde a tu entrada en el Pasen y Vean pero ya te felicité por allí. Un beso