miércoles, 30 de noviembre de 2011

Por su culpa

Imagen tomada de internet

Claro que no era perfecta, pero sí tan hermosa que las monjas contenían la respiración al pasar a su lado.  “Parece un ángel” y nos miraban al resto con cierto escrúpulo al ordenar la fila.

Llevaba los rizos de un amarillo inmóvil, perfecto, y zapatitos de lazo como recién pulidos.  Si nos colocábamos muy cerca podíamos ver el reflejo deforme de nuestras caras en el charol, nuestro rostro más negro.  Daba miedo, la verdad.

Aquellas uñas rosadas, increíbles, se nos clavaban en el antebrazo cuando nadie miraba.  La niña ángel sonreía serena desde el otro extremo del aula, fingiendo escribir.  Siempre ella.  Todas intuíamos que era culpa suya si se caía un tintero y castigaban a alguna sin comer.  También la mirábamos de reojo si llovía o el papá de Fulanita caía enfermo.  Por eso, por su culpa, todas la odiamos tan fuerte y tan claro que ninguna fingió apenarse cuando murió.  Y además, no era un ángel, nos decíamos.  Tendría que haber volado cuando la dejamos descalza y sola en el alféizar para probar.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Condiciones


Ahora que todo ha pasado, le asalta la duda de siempre. 

―Pero, ¿de verdad me quieres, papá?

―Claro, eres mi tesoro…

La niña se limpia las lágrimas con la manga y comienza a peinarse torpemente.  Él la ayuda con los lazos y busca su mirada en el espejo.  Sonríe; le acerca la boca al oído.

―Siempre que no se lo cuentes a nadie, ya lo sabes susurra.

Ella suspira y se echa agua fría en los ojos.  Para cuando mamá llegue ni se notará que ha llorado.

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Este micro lo envié al concurso del blog: No me vengas con historias, cuyo tema eran las mentiras... aunque se perdió "en la nube" y no llegó a participar. 

viernes, 18 de noviembre de 2011

Verdad o consecuencia (ReC)

"Muerto, pero mío."  Susurra con dulzura y me sobresalto como si hubiera gritado. Ella sonríe, me acerca dos dedos a la cara y traza un sendero desde la frente hasta los labios.  Me besa, aprieta un poco más el pañuelo alrededor del cuello y trago saliva. 
 
Por fin, se saca la camiseta con agilidad de contorsionista y vuelvo a tener un atisbo de reconocimiento.  Yo he tocado esa piel antes, pero no recuerdo quién es; ni por mi vida. Al reajustar las correas de mis muñecas me acerca los pechos desnudos al rostro, pero yo ya no estoy para juegos.


jueves, 10 de noviembre de 2011

Maquetas (ReC)


Maquetas
Y nada más existió hasta el próximo tren.  El reloj se detuvo a las seis y trece, el niño que saltaba desde el banco quedó suspendido a un palmo escaso del suelo y su madre, enfadada, mantuvo esa mueca de muñequita linda. 

Me gustaba verlos así, impotentes durante un rato.  Su piel seguía cálida y yo pasaba el dedo por sus rostros para notar aquella vida inmóvil.  Cuando pulsaba de nuevo el botón y mi locomotora asomaba por el túnel circular, el mozo de estación refunfuñaba al retirar del arcén los restos pegajosos de mi merienda.